Mientras que la pandemia por COVID-19 ha sumado millones de contagios a nivel global, se han visto descender los casos de influenza en el mundo El 2020 fue el año en que el nuevo coronavirus tomó a la humanidad por sorpresa: a medida de que los contagios fueron aumentando, los países adoptaron medidas para contener la pandemia y así evitar el colapso de los sistemas de salud. Sin embargo, estos esfuerzos por frenar la transmisión del SARS-CoV-2 pueden ser la razón por la se disminuyeron los casos de otras enfermedades respiratorias, como la influenza.
Hasta ahora es un hecho que los casos de influenza han ido a la baja, así lo informó, desde septiembre del año pasado, un reporte de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) que señala las medidas para contener la COVID-19 como el hecho de la reducción de estos casos.
Este hecho ha ocurrido también en América Latina y el Caribe, así lo constataron datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), pues hasta la semana 2 del 2021 tanto en América del Norte, Central, Caribe, la región Andina, Brasil y el Cono Sur la actividad de influenza permaneció baja.
Además, asegura que las diversas medidas de distanciamiento social y físico implementadas para reducir la transmisión del virus SARS-CoV-2 también pueden haber desempeñado un papel en la reducción sustancial en la transmisión del virus de la influenza.
En América del Norte, por ejemplo, la actividad permaneció baja, en contraste, en Estados Unidos y México se observó un incremento del SARS-CoV-2. La OPS también señala que, en México, durante la semana epidemiológica 2 de 2021, no se registraron detecciones de influenza con la circulación de los virus influenza A(H3N2) en semanas previas.
De acuerdo con el Informe semanal de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud del Gobierno de México, en la temporada de influenza estacional 2020-2021 se han confirmado tan sólo dos casos positivos de influenza —de los cuales, uno pertenece al AH3N2 y otro a AH1N1— y ninguna defunción por este virus.
El mismo informe señala que, en la semana 4 (del 24 al 28 de enero del 2021) no se han registrado ni casos ni defunciones positivos a influenza.
¿Por qué funcionan las medidas no farmacológicas?Ya ha pasado antes que las medidas no farmacológicas pensadas para frenar el contagio de una enfermedad se reflejen en la disminución de otras. Lourdes García García, especialista en Medicina interna y Enfermedades infecciosas de la UNAM, recordó en entrevista que algo parecido sucedió con la epidemia del cólera, cuando la recomendación fue el uso de cloro en el agua, hervir el agua antes de beberla y lavar frutas y verduras.
“Se vio que (los episodios de) diarrea en los niños pequeños, incluso los que no estaban relacionados con cólera, disminuían”, dijo.
¿Por qué? García explicó que cuando las medidas generales inciden sobre la epidemiología de agentes cuya forma de transmisión es muy parecida, no sólo disminuye la enfermedad específica que se trata de controlar, sino otras que tengan un mecanismo de transmisión parecido.
También explicó que los casos de influenza han disminuido porque la forma de contagio es similar a la COVID-19. “Tiene una transmisión por aerosol que, si bien no es la más importante, sí es la más significativa”, ahondó la infectóloga.
“Ahora, hay muchas cosas que pueden modificar esto. La más importante, probablemente es qué tanto la población se adhiera a estas medidas”, mencionó la medico y recordó que en países asiáticos, desde hace tiempo, el uso de cubrebocas es mucho más aceptado y, probablemente, a partir de la epidemia de SARS-CoV-2 fue más sencillo que la gente aceptara las medidas. Por lo que la eficacia es mucho mejor en las poblaciones donde se ha seguido la medida.
Sin embargo, en naciones como la nuestra probablemente el confinamiento no haya sido tan efectivo, porque una buena parte de la población vive al día —para junio del año pasado, la ocupación informal ascendió a 25.6 millones—, y no es posible que se queden en casa. Entonces, dependiendo de la población, de la edad, entre otros factores, será la eficacia de las medidas.
Asimismo, mencionó que ambas enfermedades se pueden contagiar por el contacto con superficies inertes. “Por ejemplo, tocar una perilla o los botones del elevador”, de ahí que se pida el lavado frecuente de manos.
Al respecto de si esta disminución corresponde a las medidas como el distanciamiento social, el continuo lavado de manos y el uso de cubrebocas, Alejandro Macías, infectólogo integrante de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus de la UNAM, aseguró en entrevista que: “Es multifactorial: es por un lado la vacunación; por otro lado las mayores medidas de distanciamiento que se están estableciendo; y por otro que la alta incidencia de COVID-19 tiene, digamos, avasallado en este momento al virus de influenza”.
Además, el infectólogo explicó que la población ha acudido a vacunarse tempranamente, cuando normalmente no lo hacía. Y resaltó que las acciones para evitar el contagio tanto de COVID como de influenza son las mismas, como mantener la distancia, usar cubrebocas, la higiene de manos y ventilar espacios cerrados.
Sobre un posible repunte de casos de influenza, Macías aseguró que no sería imposible, “Pero si nos atenemos a lo que ha pasado en el hemisferio sur, en el Cono Sur (Argentina, Chile) no está ocurriendo eso. Entonces, parece poco probable”.
Si repuntan los casos de influenza mientras continúe la pandemia, pondría en situación crítica sobre los hospitales; sin embargo, el infectólogo afirmó que: “Por fortuna, no ha ocurrido y esperemos que no ocurra, porque deben estar funcionando las acciones —que se están haciendo contra la COVID— contra la influenza”.
De por qué la vacunación es un arma efectivaGarcía también señaló que una de las medidas que ha llevado a que se observe esta disminución en los casos de influenza está relacionada con la vacunación —una medida farmacológica bien conocida para evitar epidemias—.
La infectóloga recordó que la Organización Mundial de la Salud cuenta con una red de vigilancia global, en la que participan 122 países, y revisan qué tipos de influenza están circulando. “Está organizada por niveles, hay laboratorios nacionales, regionales y los menos que son los responsables de la secuenciación de las cepas”, ahondó la infectóloga.
La vigilancia consiste en que a las personas que puedan tener influenza se les tome una muestra y, eventualmente, esta llega a los laboratorios de referencia; con esto, se estudian las cepas que están circulando en todo el mundo, tanto en el hemisferio norte como el hemisferio sur.
“A partir de este conocimiento y pasando los meses, finalmente, la información llega a los laboratorios que hacen la vacuna de influenza”, señaló García y explicó que la dosis cambia cada año. Su eficacia depende de qué tanto se acerque la predicción de los investigadores, de cuáles iban a ser las cepas que circularan el año siguiente, a la cepa que efectivamente circula. “Cuando la cepa de la vacuna se parece a la que está circulando, la vacuna es más eficaz”, señaló la infectóloga.
Este sistema no sólo está bien organizado, sino que funciona desde hace 50 años, por lo que los pacientes deberían sentirse seguros y confiar en la ciencia.
En México, la campaña de vacunación para influenza comenzó desde el 15 de octubre del 2020 y terminará el 31 de marzo del presente año. Las autoridades sanitarias fijaron la meta de “tener un avance igual o mayor al 75% en la cobertura a nivel nacional, para el 31 de diciembre del 2020”.
La dosis está disponible en todos los hospitales y Centros de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) e Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), así como de la Secretaría de Salud. Asimismo, en la CDMX es posible inmunizarse en quioscos de salud, esta información puede ser consultada en Locatel.
Fuente: Conexiones 365